Una de las partes más importantes de conducir es saber cómo cambiar de marchas. Al principio cuando se es un poco novato se tiene ciertas dudas de cuál es el momento ideal para hacerlo. Con el paso del tiempo y el conocimiento del vehículo se va detectando cuándo el motor pide cambiar de marcha. Pero si quieres aprender aún más sobre cómo cambiar de marchas de forma eficiente, te contamos todo lo que necesitas saber a continuación.
El cambio de marchas en los vehículos
Los cambios de marcha se deben de dar siempre durante los procesos de aceleración. Cuando nos vamos deteniendo hace falta bajar la marcha. El momento para hacer dicho cambio va a variar en función de si se trata de un coche diésel o a gasolina.
Si es un coche diésel, es conveniente subir la marcha en el momento en que el vehículo llega a los 1.500 o 2.000 revoluciones por minuto. Cuando se trata de un coche a gasolina el cambio de marcha se tiene que dar entre los 2.000 y 2.500 revoluciones por minuto. Este es un parámetro general que puede cambiar o verse modificado según el tipo de cilindrada o potencia que tenga el vehículo.
Cambiar de marchas cuando se arranca el coche
Cuando arrancamos el coche, la primera marcha de todas es la más corta. Esto significa que estará muy pocos segundos desde que se inicia la marcha, pues durante el proceso de aceleración es cuando hay que cambiar a la segunda.
Se recomienda que la distancia máxima que se recorra con la primera marcha sea no superior a los 6 metros. Por lo que prácticamente de inmediato hay que hacer el cambio para que el vehículo siga en funcionamiento.
El cambio de las siguientes marchas
Tras pasar de la primera a la segunda marcha, es recomendable hacer los siguientes cambios poco a poco y según las circunstancias que tengamos alrededor de la conducción.
Si vemos que el tráfico es fluido y que vamos avanzando con ritmo, entonces es bueno pasar a la tercera marcha. Cuando siga así, se podrá pasar directamente a la quinta marcha. Quizás te estés preguntando por qué no se pasa a la cuarta marcha. Esto se debe a que si es posible pasar de la tercera a la quinta marcha de forma directa, se estará ahorrando combustible. Otro de los beneficios de este pasaje es que la caja de cambios no se va a degastar tanto y por lo tanto su vida útil será mayor.
Algo similar sucede cuando estamos en la segunda marcha. Si vemos que la velocidad es suficiente entonces se puede ir directamente a la cuarta marcha. Por supuesto que todo ello siempre y cuando el vehículo lo permita y las condiciones del tráfico pues no se podrá cambiar de marcha si no se ha tomado cierta velocidad.
Si durante el trayecto nos encontramos con un atasco o que se va bajando considerablemente la velocidad de todos los coches, es conveniente hacer esos tramos en segunda marcha. En el momento en que se superen las 2 mil revoluciones por minutos el trayecto habrá que hacerlo en la tercera marcha. Todo ello será posible si mantenemos la distancia de seguridad necesaria entre un vehículo y otro. De otra forma lo que nos sucederá es que tendremos que estar deteniendo el coche todo el tiempo y cambiar a primera.
Vehículos con cambios automáticos
Las personas que tienen un vehículo con una caja de cambios automática, se encuentran en una situación diferente. Aquí es el propio vehículo el que decide cuándo hacer el cambio según las revoluciones que alcance el mismo. Generalmente están programados con el fin de aplicar reglas que permitan un uso eficiente de todas las herramientas y del combustible. De ahí que exista la posibilidad de hacer uso de la opción ECO como otra alternativa.
Si lo que deseas es pasar a una marcha superior a la que te encuentras ahora mismo y está programada, una forma de hacerlo es reducir la presión que se le da al acelerador. Y de forma inmediata acelerar. Así, el vehículo cambiará a una marcha superior porque entenderá que estás acelerando.
Uso del freno motor
Cuando se quiere frenar el vehículo, se recomienda lo que se llama la técnica de freno motor. Lo que sucede es que cuanto menos sea la marcha, el motor hará mayor fuerza pero no tendrá velocidad porque no estamos presionando el acelerador. Por lo tanto, el vehículo va a frenarse por la propia presión que ejerce la caja de cambios.
Gracias a esta técnica, se reduce considerablemente el desgaste de los frenos, pero por supuesto para que funcione hay que aplicarla correctamente. La forma de darse cuenta de que no se está utilizando bien es porque el coche comienza a hacer ciertos tirones y por lo tanto no se está ayudando a mejorar su vida útil sino que todo lo contrario.